Durante mucho tiempo pensé que no se podía perforar a mujeres en período de lactancia. Era una creencia que había escuchado en distintos lugares, hasta que me tocó vivirlo en persona. Descubrí que sí es posible perforar a alguien que está lactando sin que esto interfiera en su vida diaria ni que afecte al bebé.

 

Al profundizar en el tema, me pregunté por qué en tantos estudios o entre ciertos profesionales se sigue negando esta posibilidad. La respuesta me entristeció: en la mayoría de los casos, se trata de desconocimiento. Uno de los mayores prejuicios entre perforadores es la creencia de que, si se produce una infección, la persona no podrá tomar antibióticos por estar lactando. Sin embargo, esta información es falsa. Sí se pueden tomar antibióticos durante la lactancia, siempre y cuando sean recetados por un profesional de la salud que esté al tanto de la etapa de lactancia, el tiempo que lleva y qué tipo de medicamento es seguro. No hay evidencia de que un tratamiento adecuado represente un riesgo para el bebé.

 

Desde que me convertí en mamá, desarrollé una empatía especial con mis clientas que han pasado por la maternidad. Me encanta recibirlas cuando deciden hacerse una perforación postparto, ya que sé lo importante que puede ser este momento para ellas. Siempre respeto su proceso y pregunto si han tenido complicaciones como anemia o diabetes gestacional, ya que estas condiciones pueden afectar la cicatrización. Pero, en general, veo que muchas llegan con una motivación profunda detrás de su decisión.

 

En mis sesiones, suelo preguntar: ¿Por qué quieres hacerte este piercing? Y muchas respuestas me han conmovido:

Quiero volver a sentirme yo.

Quiero sentirme linda.

Necesito un cambio.

Quiero marcar esta nueva etapa de mi vida.

 

Escuchar esto me hace pensar en lo poderoso que es el piercing como una forma de expresión personal. Tras el parto, muchas mujeres tardan en reencontrarse con su identidad, con sus gustos y su estilo. Es un proceso intenso porque, después de ser madre, inevitablemente cambias. Y a veces, un piercing se convierte en un símbolo de ese renacer.

 

Algo que siempre recomiendo a mis clientas en esta etapa es que, si tienen en mente un proyecto de perforaciones, es ideal hacerlo antes de que el bebé comience a sentir curiosidad por la joyería y quiera tocarla. En mi experiencia personal, usé todos mis piercings mientras amamantaba, especialmente en el rostro, y mi hijo creció viéndolos como parte de mí. Nunca le llamaron la atención para jugar con ellos o tirar de ellos, lo que me hizo confirmar que llevar piercings es más que una moda: es un estilo de vida, una elección personal y una forma de arte corporal.

 

Si estás en período de lactancia y quieres hacerte una perforación, recuerda que no hay una contraindicación general. Lo importante es acudir a un profesional capacitado, asegurarte de que tu salud está en buen estado y seguir las indicaciones de cuidado para una correcta cicatrización. Porque al final del día, el piercing es una forma de expresión, de autoconocimiento y, muchas veces, de reconexión con una misma.

En resumen, la lactancia no impide hacerse un piercing, siempre que se realice con un profesional capacitado y (la perforación no sea en los pezones) se sigan los cuidados adecuados. Si no hubo complicaciones en la gestación, puedes perforarte desde el primer mes de lactancia. En caso de patologías previas, es recomendable realizar exámenes para asegurar una buena cicatrización.

 

Si tienes dudas, consulta siempre a un profesional actualizado.

 

¡Gracias por leerme!